No es cuestión de comer poco, es cuestión de comer bien.
Es un hecho conocido por todos que la dieta mediterránea es una de las mejores dietas que hay. Entendemos que lo que comemos habitualmente en España es dieta mediterránea, por tanto… ¿para qué preocuparnos de la alimentación?
Todo el mundo habla de que la dieta mediterránea es tremendamente saludable, pero esa dieta desapareció hace tiempo. Lo que comemos ahora no se parece en nada a lo que comían nuestros abuelos (si no me crees, pregunta).
Estamos acostumbrados a tener una vida muy rápida y a convencernos de que cualquier cosa que comamos es válida. Además, todos nos decimos: “…pero si lo que yo como es dieta mediterránea”, y cuando buscamos referencias recurrimos a la TV, los anuncios, las modas, las revistas, etc., pero nos olvidamos de que su función no es informar, sino vender.
La realidad está en la calle, y es que comemos mucho y de todo, y sin embargo existen carencias nutricionales, obesidad, problemas de piel, intoxicaciones de muchos tipos, problemas de corazón, circulación, colesterol, triglicéridos, diabetes y problemas de exceso de azúcar, candidiasis, problemas de hiperactividad en niños, infertilidad… por solo nombrar algunas cosas por la que se debería hacer dieta o al menos revisar la alimentación.
En todas las tablas nutricionales y dietas se habla de calorías, proporciones de calcio, potasio y cantidad de hidratos que hay en los alimentos, pero hay una parte de la nutrición de la que no se suele hablar, y es la asimilación. Un alimento puede tener todo el calcio que sea, e incluso añadirle más como es ahora la moda, pero si no es asimilable por el cuerpo, en vez de aprovecharlo se transforma en un residuo, pudiendo formar piedras en los riñones, por poner un ejemplo.
Un detalle importante a tener siempre en cuenta es la capacidad de asimilación que tiene cada persona, que es la capacidad de aprovechar los alimentos que se comen. Esta asimilación puede ser dañada por varios factores, entre los más comunes:
- Estrés
- Uso habitual de antibióticos
- Estreñimiento
- Mala alimentación
- Problemas en la lactancia
- Intoxicaciones
- Comida basura
- Metales pesados: cacerolas de aluminio, tabaco, agua del grifo, amalgamas en boca, etc.
- Pesticidas y productos que se usan para proteger la comida, como los conservantes
- Alimentos transgénicos
Estos factores fomentan que la asimilación no funcione todo lo bien que debería, creando residuos tóxicos para el organismo y generando intolerancias alimenticias que a la larga pueden provocar una serie de pequeños síntomas muy diversos, como pueden ser:
- Fatiga, letargia o sensación de estar agotado
- Depresión
- Adormecimientos, quemazón u hormigueo
- Dolor de cabeza
- Dolores musculares, debilidad o parálisis
- Dolor o inflamación de las articulaciones
- Dolor abdominal
- Acidez de estómago
- Digestiones pesadas
- Estreñimiento y/o diarrea
- Flatulencia, eructos o gases intestinales
- Prostatitis
- Impotencia
- Pérdida del deseo sexual
- Flujo vaginal abundante, espeso, picazón o ardor, olor y/o color
- Endometriosis o infertilidad
- Dolor menstrual u otras irregularidades menstruales
- Tensión pre-menstrual
- Ataques de ansiedad o de llanto
- Manos y pies fríos, baja temperatura corporal
- Hipotiroidismo/ Hipertiroidismo
- Cuando esta hambrienta se siente temblorosa o irritable
- Cistitis o cistitis intersticial
- Problemas de piel, como granos y/o eccemas
- Hambre constante y difícil de saciar
- Apetencia habitual por un alimento concreto: leche, dulce, chocolate, pan, vinagres y encurtidos
Un punto muy bonito que he observado es que a partir de los 30 años, la gente se hincha. Antes se decía que era la buena vida, la vida de casado, pero ahora la gente se casa más tarde y sin embargo les pasa lo mismo, se hinchan. Fíjate cuando vuelvas a ver a un antiguo amigo del colegio, está igual… pero hinchado. Esto es saturación, el cuerpo no puede más y se hincha, que es lo primero que se pierde cuando se sigue una buena dieta.
Una vez expuestas las bases, en el próximo artículo se van a revisar los pasos que cada persona debería seguir y/o revisar para una alimentación saludable, para que cada uno sienta y valore los cambios en su cuerpo y aprenda a sentir cómo reacciona a lo que come, en qué medida y cuánto le afecta, y gracias a su propia experiencia, que aprenda a valorar qué le sienta bien. Como se suele decir: La diferencia entre un niño y un adulto es que el adulto sabe tomar la elecciones que le vienen bien a él y a los suyos, sabe lo que va a pasar.
¿Sabes lo que te sienta bien a ti personalmente?
Javier Velasco
Fisioterapeuta del Equipo de Antiterapia y miembro de la consulta de José Luis Godoy
Madrid
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