Esos son, los tres factores más importantes para lograr los objetivos profesionales que nos propongamos.
Primero: PASIÓN. Es imposible ser bueno en algo con lo que no se disfruta. Todas las personas que llegan alto, sienten pasión por lo que hacen. El diez sólo es factible cuando talento natural y actividad profesional se fusionan. Goethe decía: “Si no lo sientes, jamás lo lograrás”.
Segundo: SACRIFICIO. La pasión es una condición necesaria, pero no suficiente. Resultados extraordinarios siempre van precedidos de esfuerzos extraordinarios. Las cosas no suceden por casualidad y en la trastienda de cualquier logro notable, hay una porción de brega destacable. “La disciplina –decía Truman Capote- es la parte más importante del éxito” o, como lo expresaba Don Quijote a su escudero: “sábete Sancho, que no hay un hombre que sea más que otro, sino que hace más que otro”.
Tercero: PACIENCIA. Por mucha pasión y sacrificio que se ponga, nada importante se consigue de un día para otro, tarda tiempo en llegar. Hay gente que pone pasión a lo que hace, tiene capacidad de trabajo, pero no cuenta con la paciencia necesaria para saber esperar. “Con el tiempo y con paciencia, la hoja el moral se convierte en seda”, sentencia un proverbio chino.
A menudo existe demasiada prisa por alcanzar resultados y eso es ir “contra natura”. Querer gratificaciones inmediatas es luchar contra la ley del sentido común. Gandhi decía: “solo soy un hombre corriente con una habilidad inferior a la media. Soy un idealista práctico y no reconozco ningún otro talento para explicar lo que he logrado. No tengo ninguna duda de que cualquier hombre o mujer pueden hacer lo mismo que yo he hecho, si tienen la misma paciencia y cultivan la misma fe que yo he cultivado”.
¿Y la suerte?, es un factor que simplemente adelanta o retrasa la consecución de nuestros objetivos, pero no los determina. El brasileño Lair Ribeiro da en el clavo: “la suerte se presenta cuando la preparación encuentra una oportunidad”. A la gente preparada, antes o después, las oportunidades le salen al encuentro.
Utilizar la suerte, buena o mala, como argumento explicativo de los resultados obtenidos, éxitos o fracasos, suele ser el recurso del perezoso o el envidioso para justificar sus frustraciones y rebajar los éxitos de los demás.
Jesús Ortega Espada
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